Ayer empecé un curso de “Business English” y durante un par
de semanas conviviré durante varias horas al día con un grupo de once personas.
Ocho de ellos son alemanes, hay un persa y dos turco-alemanas. Tenemos
adjudicados tres profesores, una sudafricana, un irlandés y un “americano”,
como él mismo se presenta, sin pararse a pensar que América es mucho más
extensa que los Estados Unidos y que apropiarse del gentilicio no es
geográficamente correcto.
Hecha la presentación, os diré que en mi primer día ya me he dado cuenta de que me falta mucho
para llegar a conocer a mis “anfitriones” y desenredar algunas de sus paradojas. Por un lado parecen capaces de ajustarse a las normas de una
manera realmente ejemplar y por otro resultan caóticos en todo lo que no está
reglamentado.
Hoy a las 12 en punto y coincidiendo con las campanadas de
la iglesia “Antoniter Kirche” algunos alumnos han interrumpido el ritmo de la
clase sacando de sus mochilas los tupperware con la comida del mediodía. La profesora,
que debe gozar del autocontrol británico de sus ancestros, no ha movido ni un
músculo de la cara y ha seguido con la clase sin darse por aludida, mientras los
más hambrientos desenvolvían viandas y empezaban a dar cuenta del pollo frito, las
hamburguesas, o la ensalada de patata.
La mujer que estaba sentada a mi lado y que hasta entonces
me caía muy bien, ha destapado un recipiente con un bocadillo de salami que ha
salido de su encierro dispersando los olores por horas contenidos y llenando la
clase de un aroma que mareaba.
Como estábamos discutiendo sobre algunos temas, en concreto
organizando un importante “meeting”, la dinámica de trabajo ha tenido que
adaptarse a las nuevas circunstancias y yo, que encima hacía de “chairlady”, en lugar de poner orden en aquel desconcierto, he tenido que acoplarme al ritmo de sus bocados. El que traga habla.
Para evitar morir deshidratados, la mayoría tenían varias
botellas de litro sobre la mesa, agua con gas, coca-cola o fanta, vasos
con café, termos y algún que otro envase de cartón con zumos y batido de
chocolate o plátano con pajita incluida, ya sabéis, sorbo aquí, sorbo allá. Con este paisaje no he podido
concentrarme, una cosa así me la hubiera esperado en cualquier sitio menos en éste. Pero qué queréis que os diga, prefiero las sorpresas, casi siempre.
Si esto se pone así de interesante el primer día, creo que promete,
aprenderé de antropología lo suficiente como para escribir un tratado. Algún postor?.
5 comentarios:
Sigue con tu estudio que promete ser muy interesante.
Nos meten tanto el cumplimientp de normas que terminamos permitiendo la preponderancia del reloj sobre el sentido común y la lógica en la convivencia.
No se dañaría el estómago retrasándole su alimento y se mejoraría mucho la cohabitación y el rendimiento en la sala. Será consecuencia de la crisis, que todo lo carga.
Saludos C.
Pues sí Demián, estoy de acuerdo contigo, además he omitido un detalle importante, la pausa para la comida es justo media hora después, a las 12:30, por eso aquel desenfreno me dejó sin palabras.
Al estómago le damos lo que quiere que suele se más de lo que necesita. Aquí es muy normal ver a la gente por la calle con algo en la mano o en la boca, sea un helado, un refresco, café, cerveza, salchichas, en fin, de todo lo que sea comestible o bebible.
Saludos ya invernales
Hola!!
acabo de encontrar tu blog y me encanta!!:)
escribes muy bien y creo que tus experiencias son fantasticaS!:D
se que te acabo de "conocer" pero me he dado una vuelta larga por tu blog y me gustaría que participaras en mi sección de Viajando con Blogers (Aqui: http://shootingdreamingandtraveling.blogspot.com/search/label/viajarconbloggers )
para que expliques cosas sobre Colonia, y nos des tu punto de vista!
espero que te apetezca, ahora o más adelante!;) jeje
UNBESOOO!
PD: Ya tienes una nueva seguidora!!
Juliet,
muchas gracias por tu visita.
También me pasaré por tu blog y ya comentaremos.
Un abrazo y bienvenida
Lo que vas a molar cuando lleves a clase un queso manchego y una bota de vino. O una cazuela de bacalao al pilpil y un botijo. Serás la mas.
Publicar un comentario