sábado, 8 de enero de 2011

De vientos y costumbres

Hoy hemos amanecido con uno de esos días de intenso cielo azul, atravesado por nubes de vainilla que marcaban su recorrido al ritmo del viento. La temperatura, de doce grados, ha ido fundiendo durante el día los restos de hielo y nieve que quedaban de una de las navidades más blancas que yo he conocido en Colonia. Un mañana así, me ha recordado a Bilbao en uno de esos días frescos, con vientos cruzados que azotan, además del pelo, las olas y sus crestas de espumas blancas.

Y por eso parecía que hoy estuviéramos ya en primavera. Es curioso que en esta ciudad, se aproveche cualquier tregua para vivir al aire libre, levantar la capota de los coches, sacar las bicicletas y disfrutar de las terrazas, hoy llenas.

Desde una de ellas, la más estratégica de la zona y tomando una deliciosa tarta de manzana y naranja, he pasado buena parte de la sobremesa observando al personal que parecía que había tomado las calles por algún acontecimiento especial, serían las rebajas?

Enfrente del café, en la plaza donde la Breite Straße pasa a ser la Ehrenstraße, hay un puesto de salchichas riquísimas. Es un puesto callejero, muy frecuentado por la gente que trabaja en esa zona comercial. No se complican la vida, sólo ofrecen dos tipos diferentes de salchichas, Würstchen y patatas fritas, Pommes, con kétchup y “mayo”.

La cola que había hoy era interminable, pero la espera merece la pena, por 2 euros 50 te ponen una deliciosa Currywurst o una Krakauer con mostaza, mi preferida. Recomendable para tener el día en paz es que nadie se salga del programa establecido. Esto quiere decir, que todo el mundo sepa lo que quiere cuando llegue al mostrador, que tenga el dinero preparado y que sepa dónde ponerlo, ojito con dárselo a la mano al empleado, la torpeza mosquea y te invitarán, a golpe de tenedor, a depositarlo en un recipiente de metal para tal menester. Tampoco se te vaya a ocurrir coger una servilleta de papel extra sin preguntar, válgame el cielo. Por tamaña tropelía, una dependienta, que resultó hablar español mejor que yo, me armó la de dios-es-cristo. Semejante comportamiento me dejó espantada y acabé pensando, que a la pobre se le habría derretido el cerebro con las altas temperaturas del grill. Desde aquel día he renunciado a la Krakauer y a las Pommes, lo que por otro lado es muy recomendable para la salud y la figura.

Y con este recuerdo, todavía fresco, he acabado mi café y seguido mi camino entre el arrullo del viento.

2 comentarios:

Miércoles dijo...

Pues aquí tocó nieve, seguida de lluvia, continuada por el granizo. En mi caso han sido las únicas Navidades blancas que he visto. Y han sido muy, muy blancas...
Bienvenida al 2011.

vcanduela dijo...

12 grados!! OMG. Seguro que esta precioso. Me habria encantado tomar un poco de tartita junto a vosotros. Bonito post. Un beso