viernes, 9 de septiembre de 2011

de Sushi, neurosis y resabidillas



Hoy he estado comiendo en uno de esos locales de sushi donde los diferentes platos de la carta van circulando alrededor de una barra. Como la cadena no para, si no te da tiempo a sacar algún plato, no tienes más que esperar a la siguiente vuelta. Cada plato tiene un color y cada color un precio. 

Pues bien, estaba yo tomándome unos rollitos con aguacate, cuando ha entrado en el local una señora bastante acelerada. Por las preguntas que hacía no parecía conocer el sistema de autoservicio-color-precio y ha vuelto a todo el personal loco, con sus innecesarias idas y venidas por la barra examinando cuidadosamente los ingredientes.

Los empleados, todos asiáticos, no hablaban muy bien alemán y a duras penas parecían entenderse. En una de estas le pregunta al encargado señalando una ración que pasaba en ese momento por su lado, ¿y éstos, de qué son?. 

-Atún, dice el chaval muy amable.

-Ya, atún, ummm y ¿dónde lo pescan?.

Silencio absoluto.
- ¿Dónde lo pescan?, repite obstinada.

-El hombre, nervioso, necesita un rato hasta que consigue balbucear una respuesta que no llego a escuchar.

-Ya, dice la señora arrugando la nariz con cara de disgusto. Entonces, de esos no.

Intuyo por el gesto y la negativa que el lugar de origen del atún no le ha gustado en absoluto, seguramente está preocupada por radioactividad o contaminación en el pescado. No doy crédito, me quedo con la boca abierta, mientras los palillos se me escurren de los dedos y caen al suelo. La miro y la miro y la vuelvo a mirar y no puedo evitar encasillarla en un lugar poco privilegiado. 

¿Cómo es posible que alguien entre en una franquicia japonesa que opera en todo el mundo y se le ocurra preguntar a un empleado que dónde pescan el atún?. Es como si entras en el McDonald's y le preguntas al del gorrito que dónde crían las vacas, compran la carne o de qué terruño son las patatas. 

Cuando acaba de hacer su elección, pide que se lo preparen para llevar. 
El empleado le pregunta si quiere también llevar té.

La mujer se vuelve de nuevo al encargado y le dice que le parece muy mal que pongan té para llevar, porque el té necesita reposo y además hay que beberlo rápidamente para que no amargue. Una vez dejada su opinión, paga y se va sin dejar ni un céntimo de propina.

No somos nadie.

3 comentarios:

Susana dijo...

Nosotras no somos nada, pero la señora es actriz de cámara oculta. No le encuentro otra explicación.

Celia Ruiz dijo...

Una loca diría yo.
Besos sister.

Vero dijo...

jJaJa que combinacion... neurosis y sushi... locura pura?